Noam Chomsky: El trabajo académico, el asalto neoliberal a las universidades y cómo debería ser la educación

http://ssociologos.com/2014/03/13/noam-chomsky-el-trabajo-academico-el-asalto-neoliberal-a-las-universidades-y-como-deberia-ser-la-educacion/

Sobre la contratación temporal de profesores y la desaparición de la carrera académica.

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Eso es parte del modelo de negocio. Es lo mismo que la contratación de temporales en la industria o lo que los de Wall Mart llaman “asociados”, empleados sin derechos sociales ni cobertura sanitaria o de desempleo, a fin de reducir costes laborales e incrementar el servilismo laboral. Cuando las universidades se convierten en empresas, como ha venido ocurriendo harto sistemáticamente durante la última generación como parte de un asalto neoliberal general a la población, su modelo de negocio entraña que lo que importa es la línea de base. Los propietarios efectivos son los fiduciarios (o la legislatura, en el caso de las universidades públicas de los estados federados), y lo que quieren mantener los costos bajos y asegurarse de que el personal laboral es dócil y obediente. Y en substancia, la formas de hacer eso son los temporales. Así como la contratación de trabajadores temporales se ha disparado en el período neoliberal, en la universidad estamos asistiendo al mismo fenómeno. La idea es dividir a la sociedad en dos grupos. A uno de los grupos se le llama a veces “plutonomía” (un palabro usado por Citibank cuando hacía publicidad entre sus inversores sobre la mejor forma de invertir fondos), el sector en la cúspide de una riqueza global pero concentrada sobre todo en sitios como los EEUU. El otro grupo, el resto de la población, es un “precariado”, gentes que viven una existencia precaria.

Esa idea asoma de vez en cuando de forma abierta. Así, por ejemplo, cuando Alan Greenspan testificó ante el Congreso en 1997 sobre las maravillas de la economía que estaba dirigiendo, dijo redondamente que una de las bases de su éxito económico era que estaba imponiendo lo que él mismo llamó “una mayor inseguridad en los trabajadores”. Si los trabajadores están más inseguros, eso es muy “sano” para la sociedad, porque si los trabajadores están inseguros, no exigirán aumentos salariales, no irán a la huelga, no reclamarán derechos sociales: servirán a sus amos tan donosa como pasivamente. Y eso es óptimo para la salud económica de las grandes empresas. En su día, a todo el mundo le pareció muy razonable el comentario de Greenspan, a juzgar por la falta de reacciones y los aplausos registrados. Bueno, pues transfieran eso a las universidades: ¿cómo conseguir una mayor “inseguridad” de los trabajadores? Esencialmente, no garantizándoles el empleo, manteniendo a la gente pendiente de un hilo que puede cortarse en cualquier momento, de manera que mejor que estén con la boca cerrada, acepten salarios ínfimos y hagan su trabajo; y si por ventura se les permite servir bajo tan miserables condiciones durante un año más, que se den con un canto en los dientes y no pidan más. Esa es la manera como se consiguen sociedades eficientes y sanas desde el punto de vista de las empresas. Y en la medida en que las universidades avanzan por la vía de un modelo de negocio empresarial, la precariedad es exactamente lo que se impone. Y más que veremos en lo venidero.

Ese es un aspecto, pero otros aspectos que resultan también harto familiares en la industria privada: señaladamente, el aumento de estratos administrativos y burocráticos. Si tienes que controlar la gente, tienes que disponer de una fuerza administrativa que lo haga. Así, en la industria norteamericana más que en cualquier otra parte, se acumula estrato ad administrativo tras estrato administrativo: una suerte de despilfarro económico, pero útil para el control y la dominación. Y lo mismo vale para las universidades. En los pasados 30 0 40 años se ha registrado un aumento drástico en la proporción del personal administrativo en relación el profesorado y los estudiantes de las facultades: profesorado y estudiantes han mantenido la proporción entre ellos, pero la proporción de administrativos se ha disparado. Un conocido sociólogo, Benjamin Ginsberg, ha escrito un muy buen libro titulado The Fall of the Faculty: The Rise of the All-Administrative University and Why It Matters (Oxford University Press, 2011), en el que se describe con detalle el estilo empresarial de administración y niveles burocráticos multiplicados. Ni que decir tiene, con administradores profesionales más que bien pagados: los decanos, por ejemplo, que antes solían miembros de la facultad que dejaban la labor docente para servir como gestores con la idea de reintegrarse a la facultad al cabo de unos años. Ahora son todos profesionales, que tienen que contratar a vicedecanos, secretarios, etc., etc., toda la proliferación de estructura que va con los administradores. Todo eso es otro aspecto del modelo empresarial.

Pero servirse de trabajo barato –y vulnerable— es una práctica de negocio que se remonta a los inicios mismos de la empresa privada, y los sindicatos nacieron respondiendo a eso. En las universidades, trabajo barato, vulnerable, significa ayudantes y estudiantes graduados. Los estudiantes graduados son todavía más vulnerables, huelga decirlo, La idea es transferir la instrucción a trabajadores precarios, lo que mejora la disciplina y el control, pero también permite la transferencia de fondos a otros fines muy distintos de la educación. Los costos, claro está, los pagan los estudiantes y las gentes que se ven arrastradas a esos puestos de trabajo vulnerables. Pero es un rasgo típico de una sociedad dirigida por la mentalidad empresarial transferir los costos a la gente. Los economistas cooperan tácitamente en eso. Así, por ejemplo, imaginen que descubren un error en su cuenta corriente y llaman al banco para tratar de enmendarlo. Bueno, ya saben ustedes lo que pasa. Usted les llama por teléfono, y le sale un contestador automático con un mensaje grabado que le dice: “Le queremos mucho, y ahí tiene un menú”. Tal vez le menú ofrecido contiene lo que usted busca, tal vez no. Si acierta a elegir la opción ofrecida correcta, lo que escucha a continuación es una musiquita, y de rato en rato una voz que le dice: “Por favor, no se retire, estamos encantados de servirle”, y así por el estilo. Al final, transcurrido un buen tiempo, una voz humana a la que poder plantearle una breve cuestión. A eso los economistas le llaman “eficiencia”. Con medidas económicas, ese sistema reduce los costos laborales del banco; huelga decir que le carga los costos a usted, y esos costos han de multiplicarse por el número de usuarios, que puede ser enorme: pero eso no cuenta como coste en el cálculo económico. Y si miran ustedes cómo funciona la sociedad, encuentran eso por doquiera. Del mismo modo, la universidad impone costos a los estudiantes y a un personal docente que, además e tenerlo apartado de la carrera académica, se le mantiene en una condición que garantiza un porvenir sin seguridad. Todo eso resulta perfectamente natural en los modelos de negocio empresariales. Es nefasto para la educación, pero su objetivo no es la educación.

En efecto, si echamos una mirada más retrospectiva, la cosa se revela más profunda todavía. Cuando todo esto empezó, a comienzos de los 70, suscitaba mucha preocupación en todo el espectro político establecido el activismo de los 60, comúnmente conocidos como “la época de los líos”. Fue una “época de líos” porque el país se estaba civilizando [con las luchas por los derechos civiles], y eso siempre es peligroso. La gente se estaba politizando y se comprometía con la conquista de derechos para los grupos llamados “de intereses especiales”: las mujeres, los trabajadores, los campesinos, los jóvenes, los viejos, etc. Eso llevó a una grave reacción, conducida de forma prácticamente abierta. En el lado de la izquierda liberal del establishment, tenemos un libro llamado The Crisis of Democracy: Report on the Governability of Democracies to the Trilateral Commission, compilado por Michel Crozier, Samuel P. Huntington y Joji Watanuki (New York University Press, 1975) y patrocinado por la Comisión Trilateral una organización de liberales internacionalistas. Casi toda la administración Carter se reclutó entre sus filas. Estaban preocupados por lo que ellos llamaban la “crisis de la democracia” y que no dimanaba de otra cosa del exceso de democracia. En los 60 la población –los “intereses especiales” mencionados— presionaba para conquistar derechos dentro de la arena política, lo que se traducía en demasiada presión sobre el Estado: no podía ser. Había un interés especial que dejaban de lado, y es a saber: el del sector granempresarial; porque sus intereses coinciden con el “interés nacional”. Se supone que el sector graempresarial controla al Estado, de modo que no hay ni que hablar de sus intereses. Pero los “intereses especiales” causaban problemas, y estos caballeros llegaron a la conclusión de que “tenemos que tener más moderación en la democracia”: el público tenía que volver a ser pasivo y regresar a la apatía. De particular preocupación les resultaban las escuelas y las universidades, que, decían, no cumplían bien su tarea de “adoctrinar a los jóvenes” convenientemente: el activismo estudiantil –el movimiento de derechos civiles, el movimiento antibelicista, el movimiento feminista, los movimientos ambientalistas— probaba que los jóvenes no estaban correctamente adoctrinados.

Bien, ¿cómo adoctrinar a los jóvenes? Hay más de una forma. Una forma es cargarlos con deudas desesperadamente pesadas para sufragar sus estudios. La deuda es una trampa, especialmente la deuda estudiantil, que es enorme, mucho más grande que el volumen de deuda acumulada en las tarjetas de crédito. Es una trampa para el resto de su vida porque las leyes están diseñadas para que no puedan salir de ella. Si, digamos, una empresa incurre en demasiada deuda, puede declararse en quiebra. Pero si los estudiantes suspenden pagos, nunca podrán conseguir una tarjeta de la seguridad social. Es una técnica de disciplinamiento. No digo yo que eso se hiciera así con tal propósito, pero desde luego tiene ese efecto. Y resulta harto difícil de defender en términos económicos. Miren ustedes un poco lo que pasa por el mundo: la educación superior es en casi todas partes gratuita. En los países con los mejores niveles educativos, Finlandia (que anda en cabeza), pongamos por caso, la educación superior es pública y gratuita. Y en un país rico y exitoso como Alemania es pública y gratuita. En México, un país pobre que, sin embargo, tiene niveles de educación muy decentes si atendemos a las dificultades económicas a las que se enfrenta, es pública y gratuita. Pero miren lo que pasa en los EEUU: si nos remontamos a los 40 y los 50, la educación superior se acercaba mucho a la gratuidad. La Ley GI ofreció educación superior gratuita a una gran cantidad de gente que jamás habría podido acceder a la universidad. Fue muy bueno para ellos y fue muy bueno para la economía y para la sociedad; fue parte de las causas que explican la elevada tasa de crecimiento económico. Incluso en las entidades privadas, la educación llegó a ser prácticamente gratuita. Yo, por ejemplo: entré en la facultad en 1945, en una universidad de la Ivy League, la Universidad de Pensilvania, y la matrícula costaba 100 dólares. Eso serían unos 800 dólares de hoy. Y era muy fácil acceder a una beca, de modo que podías vivir en casa, trabajar e ir a la facultad, sin que te costara nada. Lo que ahora ocurre es ultrajante. Tengo nietos en la universidad que tienen que pagar la matrícula y trabajar, y es casi imposible. Para los estudiantes, eso es una técnica disciplinaria.

Y otra técnica de adoctrinamiento es cortar el contacto de los estudiantes con el personal docente: clases grandes, profesores temporales que, sobrecargados de tareas, apenas pueden vivir con un salario de ayudantes. Y puesto que no tienes seguridad en el puesto de trabajo, no puedes construir una carrera, no puedes irte a otro sitio y conseguir más. Todas esas son técnicas de disciplinamiento, de adoctrinamiento y de control. Y es muy similar a lo que uno espera que ocurra en una fábrica, en la que los trabajadores fabriles han de ser disciplinados, han de ser obedientes; y se supone que no deben desempeñar ningún papel en, digamos, la organización de la producción o en la determinación del funcionamiento de la planta de trabajo: eso es cosa de los ejecutivos. Esto se transfiere ahora a las universidades. Y yo creo que nadie que tenga algo de experiencia en la empresa privada y en la industria debería sorprenderse; así trabajan.

Sobre cómo debería ser la educación superior

Para empezar, deberíamos desechar toda idea de que alguna vez hubo una “edad de oro”. Las cosas eran distintas, y en ciertos sentidos, mejores en el pasado, pero distaban mucho de ser perfectas. Las universidades tradicionales eran, por ejemplo, extremadamente jerárquicas, con muy poca participación democrática en la toma de decisiones. Una parte del activismo de los 60 consistió en el intento de democratizar las universidades, de incorporar, digamos, a representantes estudiantiles a las juntas de facultad, de animar al personal no docente a participar. Esos esfuerzos se hicieron por iniciativa de los estudiantes, y no dejaron de tener cierto éxito. La mayoría de universidades disfrutan ahora de algún grado de participación estudiantil en las decisiones de las facultades. Y yo creo que ese es el tipo de cosas que deberíamos ahora seguir promoviendo: una institución democrática en la que la gente que está en la institución, cualquiera que sea (profesores ordinarios, estudiantes, personal no docente) participan en la determinación de la naturaleza de la institución y de su funcionamiento; y lo mismo vale para las fábricas.

No son estas ideas de izquierda radical, por cierto. Proceden directamente del liberalismo clásico. Si leéis, por ejemplo, a John Stuart Mill, una figura capital de la tradición liberal clásica, verán que daba por descontado que los puestos de trabajo tenían que ser gestionados y controlados por la gente que trabajaba en ellos: eso es libertad y democracia (véase, por ejemplo, John Stuart Mill, Principles of Political Economy, book 4, ch. 7). Vemos las mismas ideas en los EEUU. En los Caballeros del Trabajo, pongamos por caso: uno de los objetivos declaradis de esta organización era “instituir organizaciones cooperativas que tiendan a superar el sistema salarial introduciendo un sistema industrial cooperativo” (véase la “Founding Ceremony” para las nuevas asociaciones locales). O piénsese en alguien como John Dewey, un filósofo social de la corriente principal del siglo XX, quien no sólo abogó por una educación encaminada a la independencia creativa, sino también por el control obrero en la industria, lo que él llamaba “democracia industrial”. Decía que hasta tanto las instituciones cruciales de la sociedad –producción, comercio, transporte, medios de comunicación— no estén bajo control democrático, la “política [será] la sombra proyectada en el conjunto de la sociedad por la gran empresa” (John Dewey, “The Need for a New Party” [1931]). Esta idea es casi elemental, y echa raíces profundas en la historia norteamericana y en el liberalismo clásico; debería constituir una suerte de segunda naturaleza de la gente, y debería valer igualmente para las universidades. Hay ciertas decisiones en una universidad donde no puedes querer transparencia democrática porque tienes que preservar la privacidad estudiantil, pongamos por caso, y hay varios tipos de asuntos sensibles, pero en el grueso de la actividad universitaria normal no hay razón para no considerar la participación directa como algo, no ya legítimo, sino útil. En mi departamento, por ejemplo, hemos tenido durante 40 años representantes estudiantiles que proporcionaban una valiosa ayuda con su participación en las reuniones de departamento.

Sobre la “gobernanza compartida” y el control obrero

La universidad es probablemente la institución social que más se acerca en nuestra sociedad al control obrero democrático. Dentro de un departamento, por ejemplo, es bastante normal que al menos para los profesores ordinarios tenga capacidad para determinar una parte substancial de las tareas que conforman su trabajo: qué van a enseñar, cuando van a dar las clases, cuál será el programa. Y el grueso de las decisiones sobre el trabajo efectuado en la facultad caen en buena medida bajo el control del profesorado ordinario. Ahora, ni que decir tiene, hay un nivel administrativo superior al que no puedes ni eludir ni controlar. La facultad puede recomendar a alguien para ser profesor titular, pongamos por caso, y estrellarse contra el criterio de los decanos o del rector, o incluso de los patronos o de los legisladores. No es que ocurra muy a menudo, pero puede ocurrir y ocurre. Y eso es parte de la estructura de fondo que, aun cuando siempre ha existido, era un problema menor en los tiempos en que la administración salía elegida por la facultad y era en principio revocable por la facultad. En un sistema representativo, necesitas tener a alguien haciendo labores administrativas, pero tiene que poder ser revocable, sometido como está a la autoridad de las gentes a las que administra. Eso es cada vez menos verdad. Hay más y más administradores profesionales, estrato sobre estrato, con más y más posiciones cada vez más remotas del control de las facultades. Me referí antes a The Fall of the Faculty de Benjamin Ginsberg, un libro que entra en un montón de detalles sobre el funcionamiento de varias universidades a las que sometió a puntilloso escrutinio: Johns Hopkins, Cornell y muchas otras.

El profesorado universitario ha venido siendo más y más reducido a la categoría de trabajadores temporales a los que se asegura una precaria existencia sin acceso a la carrera académica. Tengo conocidos que son, en efecto, lectores permanente; no han logrado el estatus de profesores ordinarios; tienen que concursar cada año para poder ser contratados otra vez. No deberían ocurrir estas cosas, no deberíamos permitirlo. Y en el caso de los ayudantes, la cosa se ha institucionalizado: no se les permite ser miembros del aparato de toma de decisiones y se les excluye de la seguridad en el puesto de trabajo, lo que no sirve sino para amplificar el problema. Yo creo que el personal no docente debería ser integrado también en la toma de decisiones, porque también forman parte de la universidad. Así que hay un montón que hacer, pero creo que se puede entender fácilmente por qué se desarrollan esas tendencias. Son parte de la imposición del modelo de negocios en todos y cada uno de los aspectos de la vida. Esa es la ideología neoliberal bajo la que el grueso del mundo ha estado viviendo en los últimos 40 años. Es muy dañina para la gente, y ha habido resistencias a ella. Y es digno de mención el que al menos dos partes del mundo han logrado en cierta medida escapar de ella: el Este asiático, que nunca la aceptó realmente, y la América del Sur de los últimos 15 años.

Sobre la pretendida necesidad de “flexibilidad”

“Flexibilidad” es una palabra muy familiar para los trabajadores industriales. Parte de la llamada “reforma laboral” consiste en hacer más “flexible” el trabajo, en facilitar la contratación y el despido de la gente. También esto es un modo de asegurar la maximización del beneficio y el control. Se supone que la “flexibilidad” es una buena cosa, igual que la “mayor inseguridad de los trabajadores”. Dejando ahora de lado la industria, para la que vale lo mismo, en las universidades eso carece de toda justificación. Pongamos un caso en el que se registra submatriculación en algún sitio. No es un gran problema. Una de mis hijas enseña en una universidad; la otra noche me llamó y me contó que su carga lectiva cambiaba porque uno de los cursos ofrecidos había registrado menos matrículas de las previstas. De acuerdo, el mundo no se acabará, se limitaron a reestructurar el plan docente: enseñas otro curso, o una sección extra, o algo por el estilo. No hay que echar a la gente o hacer inseguro su puesto de trabajo a causa de la variación del número de matriculados en los cursos. Hay mil formas de ajustarse a esa variación. La idea de que el trabajo debe someterse a las condiciones de la “flexibilidad” no es sino otra técnica corriente de control y dominación. ¿Por qué no hablan de despedir a los administradores si no hay nada para ellos este semestre? O a los patronos: ¿para qué sirven? La situación es la misma para los altos ejecutivos de la industria; si el trabajo tiene que ser flexible, ¿por qué no la gestión ejecutiva? El grueso de los altos ejecutivos son harto inútiles y aun dañinos, así que ¡librémonos de ellos! Y así indefinidamente. Sólo para comentar noticias de estos últimos días, pongamos el caso de Jamie Dimon, el presidente del consejo de administración del banco JP Morgan Chase: acaba de recibir un substancial incremento en sus emolumentos, casi el doble de su paga habitual, en agradecimiento por haber salvado al banco de las acusaciones penales que habrían mandado a la cárcel a sus altos ejecutivos: todo quedó en multas por un monto de 20 mil millones de dólares por actividades delictivas probadas. Bien, podemos imaginar que librar de alguien así podría ser útil para la economía. Pero no se habla de eso cuando se habla de ”reforma laboral”. Se habla de gente trabajadora que tiene que sufrir, y tiene que sufrir por inseguridad, por no saber de donde sacarán el pan mañana: así se les disciplina y se les hace obedientes para que no cuestionen nada ni exijan sus derechos. Esa es la forma de operar de los sistemas tiránicos. Y el mundo de los negocios es un sistema tiránico. Cuando se impone a las universidades, te das cuenta de que refleja las mismas ideas. No debería ser un secreto.

Sobre el propósito de la educación

Se trata de debates que se retrotraen a la Ilustración, cuando se plantearon realmente las cuestiones de la educación superior y de la educación de masas, no sólo la educación para el clero y la aristocracia. Y hubo básicamente dos modelos en discusión en los siglos XVIII y XIX. Se discutieron con energía harto evocativa. Una imagen de la educación era la de un vaso que se llena, digamos, de agua. Es lo que ahora llamamos “enseñar para el examen”: viertes agua en el vaso y luego el vaso devuelve el agua. Pero es un vaso bastante agujereado, como todos hemos tenido ocasión de experimentar en la escuela: memorizas algo en lo que no tienes mucho interés para poder pasar un examen, y al cabo de una semana has olvidado de qué iba el curso. El modelo de vaso ahora se llama “ningún niño a la zaga”, “enseñar para el examen”, “carrera a la cumbre”, y cosas por el estilo en las distintas universidades. Los pensadores de la Ilustración se opusieron a ese modelo.

El otro modelo se describía como lanzar una cuerda por la que el estudiante pueda ir progresando a su manera y por propia iniciativa, tal vez sacudiendo la cuerda, tal vez decidiendo ir a otro sitio, tal vez planteando cuestiones. Lanzar la cuerda significa imponer cierto tipo de estructura. Así, un programa educativo, cualquiera que sea, un curso de física o de algo, no funciona como funciona cualquier otra cosa; tiene cierta estructura. Pero su objetivo consiste en que el estudiante adquiera la capacidad para inquirir, para crear, para innovar, para desafiar: eso es la educación. Un físico mundialmente célebre cuando, en sus cursos para primero de carrera, se le preguntaba “¿qué parte del programa cubriremos este semestre?”, contestaba: “no importa lo que cubramos, lo que importa es lo que descubráis vosotros”. Tenéis que ganar la capacidad y la autoconfianza en esta asignatura para desafiar y crear e innovar, y así aprenderéis; así haréis vuestro el material y seguir adelante. No es cosa de acumular una serie fijada de hechos que luego podáis soltar por escrito en un examen para olvidarlos al día siguiente.

Son dos modelos radicalmente distintos de educación. El ideal de la Ilustración era el segundo, y yo creo que el ideal al que deberíamos aspirar. En eso consiste la educación de verdad, desde el jardín de infancia hasta la universidad. Lo cierto es que hay programas de ese tipo para los jardines de infancia, y bastante buenos.

Sobre el amor a la docencia

Queremos, desde luego, gente, profesores y estudiantes, comprometidos en actividades que resulten satisfactorias, disfrutables, actividades que sean desafíos, que resulten apasionantes. Yo no creo que eso sea tan difícil. Hasta los niños pequeños son creativos, inquisitivos, quieren saber cosas, quieren entenderlas, y a no ser que te saquen eso a la fuerza de la cabeza, el anhelo perdura de por vida. Si tienes oportunidades para desarrollar esos compromisos y preocuparte por esas cosas, son las más satisfactorias de la vida. Y eso vale lo mismo para el investigador en física que para el carpintero; toenes que intentar crear algo valioso, lidiar con problemas difíciles y resolverlos. Yo creo que que eso es lo que hace del trabajo el tipo de actividad que quieres hacer; y la haces aun cuando no estés obligado a hacerla. En una universidad que funcione razonablemente, encontrarás gente que trabaja todo el tiempo porque les gusta lo que hacen; es lo que quieren hacer; se les ha dado la oportunidad, tienen los recursos, se les ha animado a ser libres e independientes y creativos: ¿qué mejor que eso? Y eso también puede hacerse en cualquier nivel.

Vale la pena reflexionar un poco sobre algunos de los programas educativos imaginativos y creativos que se desarrollan en los distintos niveles. Así, por ejemplo, el otro día alguien me contaba de un programa que usa en las facultades, un programa de ciencia en el que se plantea a los estudiantes una interesante cuestión: “¿Cómo puede ser que un mosquito vuela bajo la lluvia?” Difícil cuestión, cuando se piensa un poco en ella. Si algo impactara en un ser humano con la fuerza de una gota de agua que alcanza a un mosquito, lo abatiría inmediatamente. ¿Cómo puede, pues, el mosquito evitar el aplastamiento inmediato? ¿Cómo puede seguir volando? Si quieres seguir dándole vueltas a este asunto –dificilísimo asunto—, tienes que hacer incursiones en las matemáticas, en la física y en la biología y plantearte cuestiones lo suficientemente difíciles como para verlas como un desafío que despierta la necesidad de responderlas.

Eso es lo que debería ser la educación en todos los niveles, desde el jardín de infancia. Hay programas para jardines de infancia en los que se da a cada niño, por ejemplo, una colección de pequeñas piezas: guijarros, conchas, semillas y cosas por el estilo. Se propone entonces a la clase la tarea de descubrir cuáles son las semillas. Empieza con lo que llaman una “conferencia científica”: los nenes hablan entre sí y tratan de imaginarse cuáles son semillas. Y, claro, hay algún maestro que orienta, pero la idea es dejar que los niños vayan pensando. Luego de un rato, intentan varios experimentos tendentes a averiguar cuáles son las semillas. Se le da a cada niño una lupa y, con ayuda del maestro, rompe una semilla y mira dentro y encuentra el embrión que hace crecer a la semilla. Esos niños aprenden realmente algo: no sólo algo sobre las semillas y sobre lo que las hace crecer; también aprenden algo sobre los procesos de descubrimiento. Aprenden a gozar con el descubrimiento y la creación, y eso es lo que te permitirá comportarte de manera independiente fuera del aula, fuera del curso.

Lo mismo vale para toda la educación, hasta la universidad. En un seminario universitario razonable, no esperas que los estudiantes tomen apuntes literales y repitan todo lo que tu digas; lo que esperas es que te digan si te equivocas, o que vengan con nuevas ideas desafiantes, que abran caminos que no habían sido pensados antes. Eso es lo que es la educación en todos los niveles. No consiste en instilar información en la cabeza de alguien que luego la recitará, sino que consiste en capacitar a la gente para que lleguen a ser personas creativas e independientes y puedan encontrar gusto en el descubrimiento y la creación y la creatividad a cualquier nivel o en cualesquiera dominios a los que les lleven sus intereses.

Sobre el uso de la retórica empresarial contra el asalto empresarial a la universidad

Eso es como plantearse la tarea de justificar ante el propietario de esclavos que nadie debería ser esclavo. Estáis aquí en un nivel de la indagación moral en el que resulta harto difícil encontrar respuestas. Somos seres humanos con derechos humanos. Es bueno para el individuo, es bueno para la sociedad y hasta es bueno para la economía en sentido estrecho el que la gente sea creativa e independiente y libre. Todo el mundo sale ganando de que la gente sea capaz de participar, de controlar sus destinos, de trabajar con otros: puede que eso no maximice los beneficios ni la dominación, pero ¿por qué tendríamos que preocuparnos de esos valores?

Un consejo a las organizaciones sindicales de los profesores precarios

Ya sabéis mejor que yo lo que hay que hacer, el tipo de problemas a los que os enfrentáis. Seguid adelante y haced lo que tengáis que hacer. No os dejéis intimidar, no os amedrentéis, y reconoced que el futuro puede estar en nuestras manos si queremos que lo esté.

Lo que sigue es la traducción castellana de una transcripción editada en inglés de un conjunto de observaciones realizadas por Noam Chomsky vía Skype el pasado 4 de febrero para una reunión de afiliados y simpatizantes del sindicato universitario asociado a la Unión de Trabajadores del Acero (Adjunct Faculty Association of the United Steelworkers) en Pittsburgh, PALas manifestaciones del profesor Chomsky se produjeron en respuesta a preguntas de  Robin Clarke, Adam Davis, David Hoinski, Maria Somma, Robin J. Sowards, Matthew Ussia y Joshua Zelesnick. La transcripción escrita de las respuestas orales la realizó Robin J. Sowards y la edición y redacción corrió a cargo del propio Noam Chomsky

Traducción de www.sinpermiso.info – Miguel de Puñoenrostro. Visto en counterpunch.org

Paulo Freire y el Subcomandante Insurgente Marcos

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“El Sub es todo lo que incomoda al poder y a las buenas conciencias. Pero es fruto también de una experiencia colectiva, un Votán nosótrico del Mandar Obedeciendo”.

http://desinformemonos.org/2014/03/paulo-freire-y-el-subcomandante-insurgente-marcos/

Miguel Escobar Guerrero

 

A la memoria de don Luis Villoro (1922-2014)

A Fernanda Navarro

Al equipo/colectivo, “La lectura y construcción de la realidad

en el aula. Pensar la práctica para transformarla”.[1]

No hay placer más grande que caer hacia arriba…

Sombra, el guerrero.

Con la lectura de mis primeros libros de literatura –Crimen y castigo, La Peste, La madre, Los Miserables, El principito…– otra mirada abrió mis ojos para leer el mundo en el contexto de la violencia colombiana de los años 60s y 70s. Con esa mediación fui construyendo el gusto por pensar lo que hoy denomino mi praxis. Estudié primero filosofía, posteriormente educación y finalmente me especialicé en psicoanálisis sociopolítico.

Durante mis estudios de filosofía me confronté con algunos principios filosóficos como: Pienso luego existo (Cogito ero sum), Descartes; La existencia precede la esencia, Sartre y Camus; Los filósofos sólo han pensado el mundo: ahora es necesario transformarlo, Marx; El capitalismo determina la existencia. Y, actualmente, en el Siglo XXI, teniendo presente el Yo me rebelo, por lo tanto nosotros somos (“Je me révolte, donc nous sommes) de Albert Camus, fui descubriendo el significado profundo de la filosofía maya ignorada, principalmente por la mayoría de pensadores etnocentristas y occidentales que había estudiado.

Desde la ociosa reflexión de Descartes, señala el Subcomandante Insurgente Marcos, la teoría de arriba insiste en la primacía de la idea sobre la materia. El “pienso, luego existo” definía también un centro, el YO individual, y a lo otro como una periferia que se veía afectada o no por la percepción de ese YO: afecto, odio, miedo, simpatía, atracción, repulsión. Lo que estaba fuera del alcance de la percepción del YO era, es, inexistente.

Así, el nacimiento de este crimen mundial llamado capitalismo es producto de la máquina de vapor y no del despojo. Y la etapa capitalista de la globalización neoliberal arranca con la aparición de la informática, el internet, el teléfono celular, el mall, la sopa instantánea, el fast food; y no con el inicio de una nueva guerra de conquista en todo el planeta, la IV Guerra Mundial.

Como es costumbre en todo invasor –ya sea colonial, neocolonial y/o criminal– actualmente con la globalización neoliberal, imperialista,[2] la historia, la cultura, la filosofía del pueblo invadido es ignorada, violada, violentada y negada para imponer la suya y, en especial, para justificar el robo de las riquezas del pueblo invadido e imponer su cosmovisión: un pensamiento único, su dios único, su cultura de la violencia lo que, a su vez, representa e impone, un pensamiento dualista e individualista para ir introyectando, como lo estudio Paulo Freire, la Sombra del opresor.

La sombra del opresor – del Jefe del poder económico, político, hegemónico del gran capital– se sigue introyentando actualmente con la violencia filicida de ese poder que no acepta el hijo/a rebelde, a quien no se somete a sus dictámenes: que no se convierte en simple mercancía. La utilización del poder de los medios de difusión mercantiles, que acompaña la violencia, es de gran importancia para atacar el inconsciente y silenciar la palabra con dobles mensajes, verdades a medias justificando el castigo a quien no se someta pero, en su perversión, llevando al enfrentamiento fratricida como de forma magistral podemos observarlo y analizarlo en la película “Los juegos del Hambre” (The Hunger Games, USA, dirigida por Gary Ross). La sombra del opresor, como traición o culpa indebida, se convierte en deseo de muerte y la deshumanización se entrelaza con deseos de eliminación parricida, fratricida y suicida. Y, esa sombra trabaja la vida emocional expresándose, con teorías, ideologías, normas y leyes que justifican la violencia física y emocional. Otro excelente ejemplo fílmico, para observar y analizar distintas formas de introyección, lo encontramos en “12 Años Esclavo” (12 Yeras a Slave, USA, dirigida por Steve McQueen).[3] Entre los análisis de Freire al respecto podemos citar:[4]

“No existirían oprimidos si no existiera una relación de violencia que los conforma como violentados, en una situación objetiva de opresión […] ‘La cultura del silencio’, que se genera en la estructura opresora, y bajo cuya fuerza condicionante realizan su experiencia de ‘objetos’ necesariamente los constituye de esta forma […] Todo acto de conquista implica un sujeto que conquista y un objeto conquistado, que pasa, por ello, a ser poseído por el conquistador. Este a su vez, imprime su forma al conquistador quien al intoyectarla se transforma en un ser ambiguo. Un ser que como ya hemos señalado, ‘aloja’ al otro”.

Pero, algunos pueblos tojolabales en particular, y de cultura maya en general, fueron aprendiendo a organizarse primero contra la invasión colonial y, actualmente, contra el capitalismo neoliberal: siguieron pensando y caminando, cuando fue posible, sus modos de producción y relaciones de producción, con su historia, cultura y educación, en el aprendizaje de la nosotridad.[5]

Surge otra temática al enfocar la intersubjetividad y el nosotros dese una perspectiva distinta. La realidad de los dos conceptos, nos sólo interpela la sociedad occidental desde varias perspectivas, sino que puede atraer a muchas personas hacia una democracia participativa, tan lejana de la democracia electoral practicada en occidente […] La intersubjetividad, en cambio, representa, por decirlo así, un primer escalón en la dirección hacia el organismo nosotrico, pero sin haberlo logrado aún […] Es una consideración que puede tener validez en el sentido de que el nosotros puede implicar vinculaciones de intersubjetivas, pero no viceversa. Es decir, las relaciones intersubjetivas son los primeros pasos hacia el nosotros organísmico sin realizarlo, porque todavía no hemos establecido el organismo nosótrico que representa la meta, pero todavía falta desnudarnos del ropaje individualista que nos frena y atemoriza de lanzarnos en e mundo del nosotros.

Para los pueblos tojolabales no existen conceptos como enemigo y, enseñan y aprenden, sabiendo primero respetar y escuchar al otro/a, a no juzgar sino entender para emparejarse en pensamiento y acción, lo que da sentido a un sujeto colectivo, desde el que se constituye el sujeto individual y no lo contrario.

Ese caminar nosótrico se fue convirtiendo en Digna Rabia, fuerza colectiva del “Para todos todo, para nosotros nada”: camino de lucha por el respeto al diferente, por otro sentido de la vida, lejos del individualismo, del “sálvese quien pueda” y que juntando dignidad y justa rabia conforma su capacidad de organización. El alzamiento zapatista es contra el olvido, por la memoria histórica. Pero, fue hasta el primero de enero del 1994 cuando comenzamos a fijarnos en ese grito callado, milenario de “la cultura del silencio” (Freire), que guerrero y rebelde, recordó al mundo entero que ya no se estaba dispuesto a seguir siendo desecho y objeto de explotación, despojo, desprecio y represión: que estaban en contra de ese pensamiento individualista, cartesiano y dualista que se impone con la violencia del Yo soy para que tu no seas: pienso luego no existes.

El ¡Ya basta! fue emergiendo, entonces, desde el sótano de la historia, se hizo camino, primero con fuego, para convertirse luego en esa flor de la palabra que camina sembrando la semilla de la esperanza en la lucha y no en la pura espera: “Esta es nuestra palabra sencilla –nos dicen los y las zapatistas– que busca tocar el corazón de la gente humilde y simple como nosotros”. Así el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, EZLN, pronunció su palabra:

“Enero de 1994… recordó al país entero la existencia de este sótano. Miles de indígenas armados de verdad y fuego, de vergüenza y dignidad, sacudieron al país del dulce sueño de la modernidad. “¡Ya basta!” grita su voz, basta de sueños, basta de pesadillas […] Con sangre indígena quieren lavar su orgullo de servir al poderoso, de ser cómplices en el injusto reparto del dolor y la pobreza. Los indígenas zapatistas con sangre pagarán su pecado. ¿Cuál? El de no conformarse con limosnas, el de insistir es sus demandas de democracia, libertad y justicia”.

Para Paulo Freire en la construcción del pensamiento no existe, en sentido estricto, el yo pienso sino el nosotros pensamos en un devenir en donde la lectura del mundo es anterior a la lectura de la palabra. Para él:

“Toda lectura de la palabra presupone una lectura anterior del mundo, y toda lectura de la palabra implica volver sobre la lectura del mundo, de tal manera que leer mundo y leer palabra se constituyen en un movimiento en donde no hay ruptura, en donde uno va y viene. Y leer el mundo junto con leer palabra en el fondo para mí significa reescribir el mundo”.

Pensar el mundo para transformarlo es pronunciarlo colectivamente: “No hay palabra verdadera –señala Freire– que no sea una unión inquebrantable entre acción y reflexión y, por ende, que no sea praxis. De ahí que decir la palabra verdadera sea transformar el mundo”, ese mundo de la opresión que debe destruirse, superando la sombra del opresor introyectada.

“Mi rabia, mi justa ira, -escribe Freire– se funda en mi revuelta ante la negación del derecho de “ser más” inscrito en la naturaleza de los seres humanos. Por eso, no puedo cruzarme de brazos, en plan fatalista, ante la miseria […] El sistema capitalista alcanza en el neoliberalismo globalizante el máximo de eficacia de su maldad intrínseca”.

Es necesario reconstruir nuestra forma de razonar para poder pronunciar un mundo donde no será la soberbia del Yo pienso sino la dignidad rebelde del Nosotros pensamos y sentimos –todo tiene corazón dicen los/as zapatistas: corazonar lo nombran– la que nos ayudará a destruir el sistema capitalista, a transformar las relaciones de explotación, a participar en la creación de otro mundo: otros modos de producción y otras relaciones de producción.

Los primeros escritos de Freire me ayudaron a volver sobre la memoria histórica de mi praxis: mi trabajo como profesor, mi participación en grupos de estudios literarios y mi coordinación constante de formación de grupos de base, o sea, de reflexión educativa y política. Pero, esos textos freirianos cobraban una fuerza especial en el ejemplo de Camilo Torres, el cura guerrillero, el Che Guevara y la figura de Salvador Allende.

Un punto central en mi formación fue la participación como representante de mi Facultad de Filosofía en una de las huelgas universitarias colombianas, consecuencia del 68 francés, que me sumió entre la esperanza en la lucha y en el dolor, al recibir primero, información sobre la masacre de estudiantes en México y, posteriormente, de la muerte de Salvador Allende. Acontecimientos que marcaron mi vida. La Pedagogía del oprimido fue convirtiéndose, digamos entonces, en una especie de manual de rebeldía revolucionaria. Freire como pensador de su práctica, más que de teorías nos proponía una pedagogía para trabajar con los/as desarrapados del mundo –nunca para y sin ellos– teniendo claridad que dentro de la perversión capitalista ningún partido político podía representar a los y las desarrapadas del mundo y que era necesario prepararnos de otra forma para reinventar una sociedad que se construya de abajo hacia arriba. Sueño que se abrió camino en las comunidades mayas zapatistas.

Después de salir de mi país, 1974, conocer y trabajar con Paulo Freire en Ginebra, Suiza y en São Tomé y Príncipe, África, llegué a México, 1978 y logré reinventar su praxis de educación popular en el espacio universitario del salón de clases. Y, en ese proceso, en el momento que leía la Pedagogía de la Esperanza. Un reencuentro con la Pedagogía del oprimido, me encontré frente a pronunciamiento zapatista del primero de enero del 1994. Como Dirección Colectiva, su palabra se expresaba en la voz del vocero del EZLN – Voltán/guardian de la praxis nosotrica– y comencé a familiarizarme con el Subcomandante Insurgente Marcos. Esa palabra se ha ido presentando, hasta hoy principalmente, en “Seis Declaraciones de la Selva Lacandona”. ¿Contra qué y quien luchar?!

El capitalismo es un sistema social, o sea una forma como en una sociedad están organizadas las cosas y las personas, y quien tiene y quien no tiene, y quien manda y quien obedece. En el capitalismo hay unos que tienen dinero, o sea capital y fábricas y tiendas y campos y muchas cosas, y hay otros que no tienen nada, sino que sólo tienen su fuerza y su conocimiento para trabajar; y en el capitalismo mandan los que tienen el dinero y las cosas, y obedecen los que nomás tienen su capacidad de trabajo […] Y, además de explotar y despojar, el capitalismo reprime porque encarcela y mata a los que se rebelan contra la injusticia. Al capitalismo lo que más le interesa son las mercancías, porque cuando se compran y se venden dan ganancias. Y entonces el capitalismo todo lo convierte en mercancías, hace mercancías a las personas, a la naturaleza, a la cultura, a la historia, a la conciencia.

[…]

Y entonces resulta que el capitalismo de ahora no es igual que antes, que están los ricos contentos explotando a los trabajadores en sus países, sino que ahora está en un paso que se llama Globalización Neoliberal. Esta globalización quiere decir que ya no sólo en un país dominan a los trabajadores o en varios, sino que los capitalistas tratan de dominar todo en todo el mundo. Y entonces al mundo, o sea al planeta Tierra, también se le dice que es el “globo terráqueo” y por eso se dice “globalización” o sea todo el mundo […] Entonces el que hace la conquista, el capitalismo, hace como quiere, o sea que destruye y cambia lo que no le gusta y elimina lo que le estorba.

[…]

Y así en general, nosotros vemos que en nuestro país, que se llama México, hay mucha gente que no se deja, que no se rinde, que no se vende. O sea que es digna. Y eso nos da mucho contento y alegría porque con toda esa gente pues no tan fácil van a ganar los neoliberalistas y tal vez sí se logra salvar a nuestra patria de los grandes robos y destrucción que le hacen. Y pensamos que ojalá nuestro “nosotros” incluyera todas esas rebeldías…

El Subcomandante Insurgente Marcos apareció como el Jefe Militar del EZLN, su preparación antes de encontrarse con las comunidades zapatistas, en tanto que licenciado en filosofía en nuestra FFyL de la UNAM y estudioso de comunicación, como profesor en otra universidad, la UAM-Xochimilco, lo había llevado a formarse teórica y militarmente en la misma historia de la lucha de otros guerreros como Villa y Zapata. Pero, cuenta la memoria de ese Votán que cuando llegó a la Selva Lacandona, con un grupo de guerrilleros, quienes llevaban más de 500 años de lucha y resistencia, les propusieron dejar al lado primero ese saber teórico maoísta, guevarista, castrista y quedarse para aprender primero de esa historia milenaria de lucha, resistencia, dolor y muerte para, posteriormente, posiblemente, enseñar algo. Así, el ahora SubMarcos (además del Comandante Pedro quien murió el 1 de enero de 1994) aceptó ese desafío y fue aprendiendo a Mandar Obedeciendo escuchando para emparejarse y hacer suyas las órdenes del Comité Clandestino Revolucionario Indígena, Comandancia General del EZLN que, a su vez, obedecía y obedece las órdenes de las comunidades zapatistas y que fueron quienes decidieron la guerra contra el mal gobierno, contra el olvido y por la Digna Rabia.

Mi encuentro, entonces, con el SubMarcos, vocero del EZLN, me envolvió en esa praxis revolucionaria que construía la palabra y la acción –como Freire lo demandaba– con las y los sin rostro. La praxis zapatista llenaba de realidad a la Pedagogía del oprimido y a la Pedagogía de la esperanza –camino hacia la última propuesta pedagógica freiriana, La pedagogía de la autonomía. La guerra contra el olvido me permitió pensar mejor mi praxis en el Colegio de Pedagogía de la FFyL e ir enseñando–aprendiendo, principalmente, a incluir a las y los estudiantes en la propuesta de pensar su práctica educativa. Y, así, tuve que ir bajando de mi estatus de Autoridad, muchas veces autoritaria, e ir construyendo una Autoridad Colectiva, a la luz de la experiencia zapatista.

Pero es importante tener presente que la mayoría de estudiantes que se inscriben en mis cursos vienen con una formación dentro de la Educación bancaria y que nuestra propuesta es la participación en la construcción de una Educación concientizadora/emancipadora. De ahí, la importancia de observar y estudiar, entre otras cosas, el conflicto permanente entre Autoridad y Libertad pero, analizarlo desde la práctica misma y no quedarnos en la teoría: la autoridad que niega la libertad, dice Freire, se convierte en autoritarismo; pero la libertad que niega la autoridad deviene en libertinaje. El estudio de este proceso educativo se fue haciendo más fácil con la creación de nuestra propuesta metodológica, La metodología para el rescate de lo cotidiano y la teoría en el aula, mrcyt. Metodología, como camino epistemológico, ideológico y político –nunca un modelo–, que ha permitido, como se puede constatar en los trabajos presentados por estudiantes en este VIII Seminario Freiriano Internacional, que los/as estudiantes emergen como sujetos para leer, pensar y transformar la práctica. Las luchas sociales, de organización y resistencia en las comunidades zapatistas, posibilitaban, entonces, otra mirada para repensar y aprender a pronunciar nuestra praxis educativa. Pero, nuestra propuesta, como dicen los zapatistas es tan sólo una experiencia y quienes participan en ella tienen todo el derecho y la posibilidad de pensar y actuar de otra forma, sólo exigimos respeto y, en lo posible, coherencia en la capacidad de autocrítica. Las referencias teóricas para pensar nuestra praxis las hemos identificado en cuatro enfoques: Freire, EZLN, Psicoanálisis sociopolítico y Pedagogía Erótica. Pero, teniendo presente siempre que no existe una sola forma de analizar y construir la realidad sino distintas formas de aproximarse a ella.

El SubMarcos fue emergiendo como ese personaje, “sin rostro” y “sin historia” que pronunciaba el mundo con esos/as desarrapados dispuestos a vivir y morir y que nos invitaban a mirarnos detrás del símbolo de su pasamontañas para dar vida a esa palabra vacía, dogmática, a histórica: herencia de la educación bancaria. En la poesía revolucionara del Votán zapatista seguimos aprendiendo que:

No morirá la flor de la palabra…

Podrá morir el rostro oculto de quien la nombra hoy, pero la palabra que vino desde el fondo de la historia y de la Tierra, ya no podrá ser arrancada por la soberbia del poder.

Nosotros nacimos de la noche: en ella vivimos; moriremos en ella.

Pero la luz, será mañana para los más: para todos aquellos que hoy

lloran la noche; para quienes se niega el día;

para quienes es regalo la muerte; para quienes

está prohibida la vida.

Para todos, la luz; para todos todo.

Para nosotros la alegre rebeldía. Para nosotros nada.

El SubMarcos logró sumergirse en la cultura indígena, formar parte de ella y como Jefe Guerrero encontró una forma de hacernos entender –a quienes vivimos en la selva de la llamada modernidad– la Digna Rabia, a través de distintos personajes con la intención de darnos a conocer y comprometernos en la lucha de resistencia y organización con los/as Nadies: “Si nada queda de estas páginas –escribe Freire al terminar la Pedagogía del oprimido– esperamos que por lo menos algo permanezca: nuestra confianza en el pueblo. Nuestra fe en los hombres y en la creación de un mundo en el que sea menos difícil amar”.

Así, el Sub nos comparte, entre otros, cuatro personajes, el viejo Antonio, don Durito, Elías Contreras y, Sombra, el guerrero. Personajes que buscan explicar de otra forma, la guerra de baja intensidad, cotidiana en la crueldad filicida y fratricida del mal gobierno. Al traer esos personajes al salón de clases al proyecto colectivo de investigación “La lectura y construcción de la realidad en el aula. Pensar la práctica para transformarla” permitieron, a profesor/colectivo y estudiantes, cuestionar, entre otras cosas, esa relación entre Autoridad y Libertad. Así nuestro andar freiriano se fue haciendo también zapatista y ha sido más viable con la aparición del equipo/colectivo que hoy camina conmigo, aprendiendo mutuamente a construir, en lo posible, una Dirección Colectiva en el salón de clases.

Y, esos personajes del Sub, como en la obra de teatro de Pirandello –que modificó las reglas del teatro–, Seis personajes en busca de autor, buscan un “autor”: la sociedad civil, “capaz de convertir su vida en eterna experiencia”[6], para que puedan ser representadas sus luchas a favor de un mundo más humano, de un mundo en donde quepan muchos mundos. Los personajes del Sub, y el mismo Sub, nacieron en la ceiba de una montaña, protegidos por las intimidades de la noche, en el seno de la Selva Lacandona, entre los hombres y las mujeres montaña: los que de la noche vienen para contarnos las pesadillas de la miseria y del desprecio, para hablarnos del rincón del olvido a donde fueron relegados, sin contar si siquiera con un techo digno en donde pudieran guardar sus penas y que, por ello, decidieron un buen día, taparse el rostro para tener rostro, taparse el rostro para que la sociedad tuviera rostro y hacerse soldados para que un día ya no existan los soldados.

“El peligro de l@s diferentes está en que luego les da por parecerse mucho entre sí”.

“No basta con enterrar al capitalismo, hay que sepultarlo boca abajo.

Para que, si se quiere salir, se entierre más”.

Don Durito de la Lacandona

Don Durito, hizo del Sub su escudero, siendo un caballero andante por la justicia y la libertad luchando contra el neoliberalismo y por la humanidad. Nos dice, entre muchas otras cosas que la libertad es como el mañana: hay quienes esperan dormidos a que llegue, pero hay quienes desvelan y caminan la noche para alcanzarla: las/os zapatistas son los insomnes que la historia necesita.

Don Durito representa un escarabajo. Don Pablo González Casanova se refiere a él como un personaje que “representa la parte buena de la cultura occidental, en sus utopías y sus sueños y que, a diferencia del cuento de Kafka en que un hombre se convierte en escarabajo, Durito es un escarabajo que se convierte en caballero andante”. Don Durito es la parte intelectual y radical del Sub, un ser que convive con la madre tierra y sabe que ella es atacada por el capitalismo de guerra. Don Durito estudia la globalización neoliberal y sabe que “en la globalización los globos se revientan”. Y con su escudero, el Sub, sabe también que estamos enfrentando “La cuarta guerra mundial”, donde, entre otras perversiones, la realidad virtual se ha impuesto sobre la realidad real. Esa psicosis, donde quienes son poder decidieron que el rojo es azul, o sea, confundir e inmovilizar a la sociedad. Al tergiversar la realidad se está atacando el pensamiento para decir que la realidad virtual es la realidad real, camuflando sus verdaderas intenciones, la que siguen los dictámenes del mercado global y se impone actualmente con la “Cuarta Guerra Mundial” del capitalismo contra la humanidad. La Tercera Guerra Mundial o Guerra Fría, dice el Sub, abarca de 1946 (o, si se quiere, desde la bomba de Hiroshima, en 1945) hasta 1985-1990.

Sólo el propio león podrá derrotar al león

El viejo Antonio

El Viejo Antonio representa el encuentro del SubMarcos con la cultura indígena. El sabio Antonio es el maestro del Sub, por medio de él llega a la simbología de toda la cultura indígena para lograr el reencuentro del ser humano con su memoria histórica, con su dignidad, con su caminar escuchando y emparejándose con el diferente, para romper con el miedo y lanzarse a la construcción de un mundo donde quepan muchos mundos, abajo y a la izquierda. Una memoria histórica que, aunque muere, siempre germina para hacerse Digan Rabia. El viejo Antonio dice don Pablo González Casanova “representa la memoria histórica de los pueblos mayas y también la autocrítica de sus propios dioses y de un pasado que no se toma como el único admirable, que es un antes para poder ir más lejos en el después”.

En la historia de lucha del Subcomandante Insurgente Marcos, como guerrero y expresión nosótrica, muchas cosas se han dicho, omitido, olvidado, tergiversado, tanto desde el pensamiento individualista occidental y etnocentrista como desde la ideología de izquierda y de derecha-centro. Además, de la difusión tergiversada cotidiana en los medios de difusión de paga. Sin embargo, lejos de poner en él una vanguardia revolucionaria, su creatividad, claridad teórica, ideológica, política, siendo colectiva ha hecho camino con los/as sin retorno: las luchas de resistencia y organización tienen que conquistarse en cada praxis donde no es posible dejar de lado la dirección colectiva del Mandar Obedeciendo, que conlleva la responsabilidad individual.

Sin erotismo no es posible la utopía. Y esta es la expresión del deseo que, consciente e inconscientemente, constituye el placer más alto del erotismo de Eros, de esa Digna Rabia que busca vencer al erotismo de Tánatos dominante en la guerra constante del capitalismo corporativo. Por ello, quiero compartir con ustedes parte del canto IX del libro del Subcomandante Insurgente Marcos, Noches de fuego y de desvelo: danza de palabras/versos/prosa que caminan su propuesta erótica de lucha por la vida: ventana, salto al vacío del deseo, la esperanza, la traición y la desventura, las angustias y la penas, placeres y sonrisas… invitación a navegar nuestro corazonar sabiendo identificar el faro que alumbra la utopía: la Nosotridad que le da sentido a Sombra, el guerrero.

Ni un gesto como respuesta.

Sombra imagina dudas que, en el corazón de ella, toca a él disipar.

Un mar de viento y lluvia ha iluminado la noche que camino. Firme en el timón, espero el faro de vuestras letras para salvarme y salvaros.

Vamos marinera mía. Venga a andar el deseo con el capitán tomándole la mano. Venga, vamos, deje usted pendientes las angustias y las penas que se le hacen mar en la mirada. Venga con el capitán, marinera clara. Venga y volvamos al nosotros.

Volvamos al ansia que, de día toma mi mano y de noche mi paso, para escribiros

[…]

Este tiempo no me permite nada, marina esperanza, ni un suspiro siquiera, bailo bailando la danza de la vida en el filo de la muerte, corre a la inversa el reloj de la vida, acechan la traición y la desventura.

No hay mañana, noche marinera, tengo el rostro, el nombre y el pasado amordazados, el futuro me fue negado, vivo el presente como viven los auténticos guerreros: en un suspiro y de prestado.

Todo pido, agua marina, el alma entera.

Sin su cuerpo junto al mío vuelven mis huesos y mis carnes a la

única compañía que acepta sin condición: la tierra”.

Entonces, ¿en qué quedamos? ¿Viene usted?

Sea. Tome mi mano, cierre los ojos y sonría.

Lo verá usted: no hay placer más grande que caer hacia arriba…

Nos corresponde a cada uno/a de nosotras y nosotros ubicar nuestra pequeñas y grandes luchas. Pero no estamos solas ni solos, están, primero las comunidades zapatistas, hoy con el regalo de la Escuelita donde nos enseñan: “la libertad según los zapatistas”. Y junto con ellos y ellas, profesores/as, estudiantes, pensadores de teorías, palabras, acciones y, grandes trabajadores de los medios de información alternativos que nos ayudan, como buenos mediadores a prepararnos cada día mejor para leer la realidad y pronunciar nuestro mundo. Por citar sólo algunos y algunos: Luis Villoro, Pablo González Casanova, Comándate Tacho, Comandanta Ester, Subcomandante Insurgente Moisés, Gustavo Esteva, Fernanda Navarro, Carlos Aguirre Rojas, Sergio Rodríguez Lazcano, Hermann Bellinghausen, los Comités nacionales e internacionales de solidaridad con los pueblos zapatistas en lucha y, permítanme citar a nuestra invitada especial al VIII Seminario Internacional Freiriano, Gloria Muñoz. Su presencia como luchadora social es la esperanza hecha lucha, flor de lo posible en el camino hacia otro mundo donde quepan muchos mundos.

Y, para finalizar este escrito, nada mejor que compartir con ustedes el pronunciamiento de los/as Votanes/Vatanas zapatistas que nos dan su palabra en una revista, “Rebeldía Zapatista. La palabra del EZLN” que, en su primer editorial, el otro Subcomandante, el Subcomandante Insurgente Moisés, nos introduce las voces zapatistas:[7]

“Las zapatistas y los zapatistas que somos, rebeldes en nuestra patria mexicana, porque somos amenazados de destrucción junto con nuestra madre tierra, debajo del suelo y por encima de nuestro suelo, por los malas personas ricos y malos gobiernos, que todo lo que ven piensan en convertir en su mercancía, que se llaman capitalistas neoliberales […] Por eso nos levantamos en contra de este sistema, el amanecer del primero de enero del año 1994.

[…]

Ya llevamos 30 años de construcción de como pensamos vivir mejor, está a la vista del pueblo de México y del mundo. Humilde pero sanamente decidido por los pueblos de decenas de miles de mujeres y hombres, de cómo queremos gobernarnos autónomamente […] Nada oculta lo que estamos haciendo, que lo que buscamos, lo que queremos, está a la vista.

[…]

Estamos compartiendo a los compañeros y compañeras de México y del mundo nuestro humilde pensamiento de un mundo nuevo que pensamos y queremos.

Por eso lo vimos y pensamos de hacer la escuelita zapatista.

Donde se trata de libertad y de construcción de un mundo nuevo distinto a como nos tienen los capitalistas neoliberales […] Trabajamos la escuelita para que vaya mucho más lejos las palabras de las compañeras y compañeros bases de apoyo zapatista, miles y miles de kilómetros y no como nuestras balas del amanecer de enero del año 1994 que apenas llegaron unos a 50 metros, otros 100 metros y quizás otros a 300 o 400 metros de distancia, esto de la escuelita cruza mares, fronteras y espacios a la hora de volar a ustedes compañeras, compañeros.

Así como ustedes han platicado o publicado lo que vivieron, escucharon y vieron en nuestras tierras zapatistas, aquí pueden leer cómo los vimos y escuchamos quienes levantamos la bandera de la REBELDÍA ZAPATISTA.

Subcomandante Insurgente Moisés

México, enero del 2014. A veinte años del inicio de la guerra contra el olvido.

A cada uno y una la responsabilidad de pronunciar su mundo, nuestro mundo con o sin ese personaje nosótrico que es SubMarcos, pero siempre con las y los desarrapados del mundo: contra el neoliberalismo y por la humanidad.

El Subcomandante Insurgente Marcos es quien, desde la hora primera de la larga noche en que los indígenas morían, recogió su dolor y su olvido. Él era y no era de esas tierras, en su boca hablan los muertos y en su voz camina la palabra de la dignidad indígena. “Es y no es en estas tierras: Votán Zapata, guardián y corazón del pueblo. Votán Zapata, luz que de lejos vino y aquí nació de nuestra tierra. Votán Zapata, tímido fuego que en nuestra muerte vivió 501 años. Votán Zapata, nombre que cambia, hombre sin rostro, tierna luz que nos ampara. Vino viniendo Votán Zapata. Estaba la muerte siempre con nosotros. Muriendo moría la esperanza. Viniendo vino Votán Zapata. Nombre sin nombre […] Tomó nombre en nuestro estar sin nombre, rostro tomó de los sin rostro, cielo en la montaña es […] Con este nombre son nombrados los sin nombre […]”. En fin, el Sub es un ser humano cualquiera en este mundo: él es todas las minorías intoleradas, oprimidas, resistiendo y diciendo “¡Ya basta!”. El sub es todo lo que incomodan al poder y a las buenas conciencias. Pero el Sub es fruto también de una experiencia colectiva, un Votán nosótrico que Mandar Obedeciendo. Como lo señala él mismo:

Se los digo con ese corazón en la mano: en el zapatismo, el de la mirada no es un privilegio individual sino colectivo.

Y les agrego que en nuestra mirada mirándolos a ustedes, ha habido siempre el esfuerzo por tratar de entenderlos, no de juzgarlos.

Ummmh… si cada uno/una tan solo lográramos construir una DIRECCIÓN NOSÓTRICA…

BIBLIOGRAFÍA GENERAL

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Desinformémonos: (http://desinformemonos.org/).

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NAVARRO, Fernanda presentó su ponencia al lado del Subcomandante Marcos quien habló de “Dos éticas y una política, o de cómo no hay que buscar donde se está mejor, sino donde está el deber. La ética del Guerrero”. (http://www.lrealidad.filos.unam.mx/etica-y-politica).

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[1] (http://www.lrealidad.filos.unam.mx/)

[2] Subcomandante Insurgente Marcos,  “ALGUNAS TESIS SOBRE LA LUCHA ANTISISTÉMICA” en “Ni centro ni periferia”: Coloquio Andrés Aubry: (http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2007/12/13/conferencia-del-dia-13-de-diciembre-a-las-9).

UNO.- No se puede entender y explicar el sistema capitalista sin el concepto de guerra. Su supervivencia y su crecimiento dependen primordialmente de la guerra y de todo lo que a ella se asocia e implica. Por medio de ella y en ella, el capitalismo despoja, explota, reprime y discrimina. En la etapa de globalización neoliberal, el capitalismo hace la guerra a la humanidad entera. DOS.- Para aumentar sus ganancias, los capitalistas no sólo recurren a la reducción de costos de producción o al aumento de precios de venta de las mercancías. Esto es cierto, pero incompleto. Hay cuando menos tres formas más: una es el aumento de la productividad; otra es la producción de nuevas mercancías; una más es la apertura de nuevos mercados. TRES.- La producción de nuevas mercancías y la apertura de nuevos mercados se consiguen ahora con la conquista y reconquista de territorios y espacios sociales que antes no tenían interés para el capital. Conocimientos ancestrales y códigos genéticos, además de recursos naturales como el agua, los bosques y el aire son ahora mercancías con mercados abiertos o por crear. Quienes se encuentra en los espacios y territorios con estas y otras mercancías, son, quiéranlo o no, enemigos del capital. CUATRO.- El Capitalismo no tiene como destino inevitable su autodestrucción, a menos que incluya al mundo entero. Las versiones apocalípticas sobre que el sistema colapsará por sí mismo son erróneas. Como indígenas llevamos varios siglos escuchando profecías en ese sentido.

[3] Aquí no es el espacio para desarrollar este concepto que he trabajado en textos anteriores, en especial en mi reciente libro, Pedagogía Erótica Miguel Escobar. Pedagogía Erótica, Paulo Freire y el ezln, México, Miguel Escobar Editor, 2012. El libro puede consultarse en pdf: (http://www.lrealidad.filos.unam.mx/).

[4] Quiero señalar que en este texto no aparecen las citas completas de las obras referidas. Esto lo decidí invitando a las y los posibles lectores de este texto a consultarlas esas obras en general. He constatado que fácilmente algunos/as lectoras se quedan sólo con pensamientos aislados. Sin embargo, en todos mis escritos anteriores encontraran citas exactas. Aparecerá una bibliografía general al final.

[5] Carlos Lenkersdorf. Filosofar en clave tojolabal. México, Porrua, 2005, pp. 120-121.

[6] Se trata de una familia entera compuesta por seis personajes. “Los seis personajes buscan un autor capaz de convertir sus vidas en eterna experiencia teatral y, a través del patio de butacas, suben al escenario lleno de actores que están ensayando otro texto de Pirandello”. Ma. Teresa Navarro Salazar, “Prologo” en Luigi Pirandello. Seis personajes en busca de autor. España, Biblioteca Edaf, 2001

[7]Subcomandante Insurgente Moisés, «Editorial» en “Rebeldía Zapatista. La palabra del EZLN” (http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2014/02/28/editorial-revista-rebeldia/?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+EnlaceZapatista+%28Enlace+Zapatista%29).