Acteal: Sitio de conciencia para la humanidad

Javier Hernández Alpízar

De manera azarosa quizá, en diciembre se cargan no solamente los ánimos consumistas, sino algunos hechos que tocan hueso en la realidad. Al tiempo que el capitalismo de los aparadores simula que la felicidad es algo así como un reno atascado de prozac, la memoria de algunos lutos, y el recuerdo de algunos mitos religiosos, no dejan de ser una presencia que puede abrir campo a la reflexión.

Cada quien tiene su hilo de recuerdos. Algunos no dejan pasar el 8 de diciembre, desde aquel fatal de 1980. Cada año es un nuevo aniversario del asesinato del estrella del rock y pacifista John Lennon, baleado en Nueva York por Mark David Chapman. Se recuerda no sólo letras de las canciones utopistas de Lennon, sino la aparente ironía de que un pacifista muera asesinado, quizá un indicador, mejor dicho, de cómo en el mundo la paz es peligrosa.

Este 22 de diciembre por la mañana, algunos maestros adherentes a la Sexta pusieron en la Plaza Lerdo varias pancartas, recordando que se cumple un aniversario, un más desde la negra navidad de 1997, de la masacre de Acteal.

En su blog Observatorio Público, el reportero Isaín Mandujano, corresponsal de Proceso en Chiapas, posteó la noticia de que el nombre de Acteal, hasta ahora «Tierra sagrada de los mártires de Acteal», será desde esta fecha también: «Sitio de conciencia para la humanidad». (http://escrutiniopublico.blogspot.com/2009/12/renombraran-acteal-sitio-de-conciencia.html) Para lo cual, Las Abejas, el grupo cristiano católico al cual pertenecían los 45 indígenas, niñas, niños, mujeres, hombres y ancianos asesinados por los paramilitares, adhirieron a la Coalición internacional de sitios de conciencia: «una red mundial de sitios de conciencia, sitios históricos dedicados a conmemorar eventos pasados de lucha por la justicia», que se ocupa de ese legado de la humanidad.

Otra nota posteada en el mismo blog dice que Las Abejas abren la posibilidad de perdón a los paramilitares asesinos. Las Abejas son tan grandes que pueden perdonar, son mucho más grandes que los asesinos y sus protectores.

Frente a la saña de los paramilitares y de quienes los usaron como arma contra sus propios hermanos, incluyendo al ex gobernador Julio César Ruiz Ferro, al ex presidente Ernesto Zedillo, e incluso a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que ha exculpado a grandes criminales, gobernantes responsables de las represiones de Oaxaca, Atenco, Acteal, y a algunos de los paramilitares, frente a todo ello, la magnanimidad, la conciencia, la capacidad mostrada por Las Abejas de no meramente sobrevivir, sino de seguir caminando con dignidad, es una especie de bofetada con guante blanco.

Pero lo más importante es la idea de que Acteal es no sólo tierra de mártires, es decir, de testigos de la fe en la vida, en la resurrección, como es la creencia de ese grupo indígena pacifista, sino un sitio de conciencia para la humanidad, como hay otros del canon de sitios de conciencia en países como Sudáfrica, Chile y Senegal.

Por encima de la mezquindad de gobiernos represores y asesinos, y de aparatos de justicia cómplices de la impunidad, así como de intelectuales mercenarios y presa corrupta, seres humanos como los indígenas de las Abejas salvan lo mejor de lo humano, la dignidad, la memoria, el cultivo, con sus vidas, con sus presencias, con su existencia misma, de la esperanza.

Hace poco tuvimos la posibilidad de escuchar a dos expresos políticos, Jacobo Silva y Gloria Arenas, en Xalapa. Su palabra de aliento, de esperanza, sin rencores, sin desesperanza, sin sectarismos, y su sencillez. Al final de cuentas no siempre las víctimas del sistema quedan aplastadas, olvidadas, anónimas.

De su sufrimiento nace también una propuesta de memoria, conciencia, dignidad, palabras que no figuran en el diccionario de los poderosos y de sus escribanos.

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